LA RESURRECCION DE JESUS Y NUESTRA RESURRECCION.
NUESTRA MISION: PROCLAMARLA
1-La Resurrección de Jesús
y la de todos los hombres
La Resurrección es una verdad fundamental del cristianismo. Cristo verdaderamente resucitó por el
poder de Dios. No se trata de un fantasma, ni una mera fuerza de energía, ni de
un cuerpo revivido como el de Lázaro que volvió a morir. La presencia de Jesús resucitado no se
trata de alucinaciones por parte de los Apóstoles.
La cruz, muerte y resurrección de Cristo son hechos
históricos que sacudieron el mundo de su época y transformaron la historia de
todos los siglos. Cristo vive para
siempre con el mismo cuerpo con que murió, pero este ha sido transformado y
glorificado (Cf. Cor.15:20, 35-45) de manera que goza de un nuevo orden
de vida como jamás vivió un ser humano.
La muerte, tanto espiritual como física, es la consecuencia
del pecado que entró en el mundo por rebelión de nuestros primeros padres.
Estamos sujetos a la muerte física, pero el "aguijón" del pecado ha
sido reemplazado por la esperanza cierta en la resurrección. Jesucristo pagó el
precio por nuestros pecados con su muerte en la cruz.
Vivimos y
morimos una sola vez. Durante nuestra vida mortal decidimos nuestra eternidad
Todos resucitaremos
Cristo resucitado es el primer fruto (Cf.1 Cor 15:20) de la nueva
creación. Con su cruz, El ha abierto las puertas para que nuestros cuerpos
también resuciten. Por eso los cristianos no solo creemos en la resurrección de
Jesús sino también en "la resurrección de la carne", como profesamos
en el credo de los Apóstoles, es decir en la resurrección de todos los hombres.
¿Como será el cuerpo resucitado?
Nadie en este mundo puede comprenderlo del todo pero si sabemos
que será como el cuerpo resucitado de
Cristo. Similar en algunos aspectos a nuestros cuerpos en su forma actual,
pero, para los redimidos, un cuerpo transformado y glorificado.
Jesucristo resucitado ya no muere, ya no sufre las limitaciones del cuerpo
mortal, las paredes y las puertas cerradas ya no son un obstáculo para El.
2-Domingo de
Resurrección
Es el aniversario del triunfo de Cristo. Es la
feliz conclusión del drama de la Pasión y la alegría inmensa que sigue al
dolor. Y un dolor y gozo que se funden pues se refieren en la historia al acontecimiento más importante de la
humanidad: la redención y liberación del pecado de la humanidad por el Hijo de
Dios.
No se puede comprender ni explicar la grandeza de las Pascuas
cristianas sin evocar la Pascua Judía, que Israel festejaba, y
que los judíos festejan todavía, como lo festejaron los hebreos hace tres mil
años, la víspera de su partida de Egipto, por orden de Moisés. El mismo Jesús
celebró la Pascua todos los años durante su vida terrena, según el ritual en
vigor entre el pueblo de Dios, hasta el último año de su vida, en cuya Pascua
tuvo efecto la cena y la institución de la Eucaristía.
Cristo,
al celebrar la Pascua en la Cena, dio a la conmemoración tradicional de la
liberación del pueblo judío un sentido nuevo y mucho más amplio. No es a un
pueblo, una nación aislada a quien Él libera sino al mundo entero, al que
prepara para el Reino de los Cielos.
La Resurrección nos
descubre nuestra vocación cristiana y nuestra misión: acercarla a todos los
hombres. El hombre no puede perder jamás la esperanza en la victoria
del bien sobre el mal. ¿Creo en la Resurrección?, ¿la proclamo?; ¿creo en mi
vocación y misión cristiana?, ¿la vivo?; ¿creo en la resurrección futura?, ¿me
alienta en esta vida?, son preguntas que cabe preguntarse
3-Sábana Santa de Turín
- Juan Pablo II y la
Sábana Santa
- Crucifixión
de Cristo: Las Pruebas
- Un milagro
conectado con otros milagros
- Un nuevo
incendio
- Algunos Hechos de la
Sábana Santa
- Recuento de
los estudios
- El problema
del Carbono 14
- Habla la
Medicina
- Galería de
imágenes
- Habla la
Palinología
- Algunas
observaciones del profesor Barbet, acerca de la pasión de
Jesucristo, según la Santa Sábana
- El dictamen
de la medicina
- Pensamientos
en torno a la Sábana Santa
- Fisiopatología
de la muerte de Jesucristo
- Enlaces
4-Papa Francisco: Sábana Santa nos sumerge en
silencio elocuente del amor
VATICANO, 30 Mar. 13 / 10:01 am (ACI).- En un videomensaje realizado con ocasión de la
ostensión de la Sábana Santa este sábado, en la Catedral de Turín (Italia), el
Papa Francisco afirmó que la Sábana Santa “habla a nuestro corazón y nos lleva
a subir al monte del Calvario, a mirar el madero de lacruz, a sumergirnos en el silencio elocuente del amor”.
Este rostro tiene los ojos cerrados, es el rostro de un difunto y, sin embargo, misteriosamente nos mira y, en el silencio, nos habla.
Este rostro tiene los ojos cerrados, es el rostro de un difunto y, sin embargo, misteriosamente nos mira y, en el silencio, nos habla.
Cómo es posible que el pueblo fiel, como ustedes,
quiera detenerse ante este icono de un hombre flagelado y crucificado? Porque
el hombre de la Sábana Santa nos invita a contemplar a Jesús de Nazaret.
Esta imagen – grabada en el lienzo – habla a nuestro corazón y nos lleva a subir al monte del Calvario, a mirar el madero de la cruz, a sumergirnos en el silencio elocuente del amor.
Así pues, dejémonos alcanzar por esta mirada, que no va en busca de nuestros ojos, sino de nuestro corazón. Escuchemos lo que nos quiere decir, en el silencio, sobrepasando la muerte misma.
A través de la Sábana Santa nos llega la Palabra única y última de Dios: el Amor hecho hombre, encarnado en nuestra historia; el Amor misericordioso de Dios, que ha tomado sobre sí todo el mal del mundo para liberarnos de su dominio.
Este rostro desfigurado se asemeja a tantos rostros de hombres y mujeres heridos por una vida que no respeta su dignidad, por guerras y violencias que afligen a los más vulnerables... Sin embargo, el rostro de la Sábana Santa transmite una gran paz; este cuerpo torturado expresa una majestad soberana.
Es como si dejara trasparentar una energía condensada pero potente; es como si nos dijera: ten confianza, no pierdas la esperanza; la fuerza del amor de Dios, la fuerza del Resucitado, todo lo vence.
Por eso, contemplando al hombre de la Sábana Santa, hago mía la oración que san Francisco de Asís pronunció ante el Crucifijo:
Sumo, glorioso Dios,
ilumina las tinieblas de mi corazón
y dame fe recta,
esperanza cierta
y caridad perfecta,
sentido y conocimiento, Señor,
para que cumpla
tu santo y verdadero mandamiento. Amén.
Esta imagen – grabada en el lienzo – habla a nuestro corazón y nos lleva a subir al monte del Calvario, a mirar el madero de la cruz, a sumergirnos en el silencio elocuente del amor.
Así pues, dejémonos alcanzar por esta mirada, que no va en busca de nuestros ojos, sino de nuestro corazón. Escuchemos lo que nos quiere decir, en el silencio, sobrepasando la muerte misma.
A través de la Sábana Santa nos llega la Palabra única y última de Dios: el Amor hecho hombre, encarnado en nuestra historia; el Amor misericordioso de Dios, que ha tomado sobre sí todo el mal del mundo para liberarnos de su dominio.
Este rostro desfigurado se asemeja a tantos rostros de hombres y mujeres heridos por una vida que no respeta su dignidad, por guerras y violencias que afligen a los más vulnerables... Sin embargo, el rostro de la Sábana Santa transmite una gran paz; este cuerpo torturado expresa una majestad soberana.
Es como si dejara trasparentar una energía condensada pero potente; es como si nos dijera: ten confianza, no pierdas la esperanza; la fuerza del amor de Dios, la fuerza del Resucitado, todo lo vence.
Por eso, contemplando al hombre de la Sábana Santa, hago mía la oración que san Francisco de Asís pronunció ante el Crucifijo:
Sumo, glorioso Dios,
ilumina las tinieblas de mi corazón
y dame fe recta,
esperanza cierta
y caridad perfecta,
sentido y conocimiento, Señor,
para que cumpla
tu santo y verdadero mandamiento. Amén.
5-Acepta sin miedo la novedad y la sorpresa de
Jesús Resucitado en tu vida, alienta el Papa en Vigilia Pascual
No
hay situaciones que Dios no pueda cambiar ni pecado que no pueda perdonar,
explica el Pontífice
Tenemos
miedo de las sorpresas de Dios; tenemos miedo de las sorpresas de Dios. Él nos
sorprende siempre.
Encuentran la tumba vacía, el cuerpo de Jesús no está allí, algo
nuevo ha sucedido, pero todo esto todavía no queda nada claro: suscita
interrogantes, causa perplejidad, pero sin ofrecer una respuesta. Y he aquí dos
hombres con vestidos resplandecientes, que dicen: «¿Por qué buscáis entre los
muertos al que vive? No está aquí, ha resucitado» (Lc 24,5-6).
Lo
que era un simple gesto, algo hecho ciertamente por amor –el ir al sepulcro–,
ahora se transforma en acontecimiento, en un evento que cambia verdaderamente
la vida.
Jesús no ha muerto, ha resucitado, es el
Viviente. No es simplemente que haya vuelto a vivir,
sino que es la vida misma, porque es el Hijo de Dios, que es el que vive
(cf. Nm 14,21-28; Dt 5,26, Jos 3,10). Jesús ya no es del pasado, sino que vive
en el presente y está proyectado hacia el futuro, es el «hoy» eterno de Dios.
Los problemas, las preocupaciones de la
vida cotidiana tienden a que nos encerremos en nosotros mismos, en la tristeza,
en la amargura..., y es ahí donde está la muerte. No busquemos ahí a Aquel que
vive.
Hacer memoria de lo que Dios ha hecho por mí, por nosotros,
hacer memoria del camino recorrido; y esto abre el corazón de par en par a la
esperanza para el futuro. Aprendamos a hacer memoria de lo que Dios ha hecho en
nuestras vidas.
En esta Noche de luz, invocando la intercesión de la Virgen María,
que guardaba todos estas cosas en su corazón (cf. Lc 2,19.51), pidamos al Señor
que nos haga partícipes de su resurrección: nos abra a su novedad que
trasforma, a las sorpresas de Dios; que nos haga hombres y mujeres capaces de
hacer memoria de lo que él hace en nuestra historia personal y la del mundo;
que nos haga capaces de sentirlo como el Viviente, vivo y actuando en medio de
nosotros; que nos enseñe cada día a no buscar entre los muertos a Aquel que vive
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(Ioh 20, 19-20) : ...venit Iesus et stetit in medio et dicit eis. "Pax vobis! Et hoc cum dixisset , ostendit eis manus et latus" ("...vino Jesús, se presentó en medio de ellos y les dijo: "La paz sea con vosotros. Y dicho esto les mostró las manos y el costado"(Sagrada Biblia.Santos Evangelios.Eunsa)
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(Ioh 20, 19-20) : ...venit Iesus et stetit in medio et dicit eis. "Pax vobis! Et hoc cum dixisset , ostendit eis manus et latus" ("...vino Jesús, se presentó en medio de ellos y les dijo: "La paz sea con vosotros. Y dicho esto les mostró las manos y el costado"(Sagrada Biblia.Santos Evangelios.Eunsa)