CONTRA LA VIOLENCIA ,
LA MANIPULACION Y EL MALTRATO
LOS NIÑOS SOLDADO
Niños soldados
Miles de
niños continúan siendo secuestrados para servir de soldados, espías,
mensajeros, criados y esclavos sexuales a fuerzas y grupos armados. La pobreza,
la propaganda y la ideología también siguen conduciendo la participación de los
niños en muchas zonas de conflicto. Los niños son soldados obedientes y baratos
capaces de infundir terror tanto en los civiles como en las fuerzas rivales.
Aquellos que son obligados a luchar son generalmente pobres, analfabetos, y
provienen de zonas rurales. Los voluntarios suelen estar motivados por un deseo
de huir de la pobreza o son atraídos fácilmente por llamamientos a ideologías
étnicas, religiosas o políticas. Los adolescentes en plena formación de su
identidad son particularmente vulnerables al reclamo del combate. Los que
sobreviven acaban muchas veces heridos físicamente y marcados psicológicamente,
habiendo perdido años de escolarización y socialización. Cuando termina un
conflicto, algunos son rechazados, mientras que otros pueden retomar su vida de
estudiantes, hermanos, padres, miembros de la comunidad y trabajadores.
Debe
dirigirse una prevención eficaz hacia las causas fundamentales del
reclutamiento y la participación infantiles en los conflictos, hacia grupos de
niños especialmente vulnerables en peligro de reclutamiento, y hacia los
propios reclutadores. Las Naciones Unidas, las comunidades internacionales y
locales, e innumerables organizaciones no gubernamentales están trabajando en
todo el mundo para reducir la pobreza, mejorar las oportunidades educativas y profesionales, y crear vías de
participación de los jóvenes en el desarrollo de sus comunidades y países. En
lugares inestables, tales esfuerzos son esenciales para la paz y la seguridad
futuras.
Confesiones de un niño soldado: "primero se
mata para no morir, luego casi por placer"
Lucien
Badjoko tenía sólo 12 años cuando se alistó a las milicias de Laurent-Désiré Kabila para derrotar
al dictador congoleño Joseph Mobutu.
El
conflicto derivó en una espiral de violencia que le arrebató su infancia, su
familia y "muchas ilusiones", explicó Badjoko que ahora relata sus
experiencias en el libro "Yo fui un niño soldado".
·
Efe. 15.03.2006 - 13.55h
Nadie forzó a Badjoko, que ahora tiene 21 años, a ser militar.
Hijo de una familia acomodada, abandonó un día el colegio para enrolarse en
las milicias de Kabila y participar en una guerra que veía como "un juego
interesante", como las películas de ficción, aunque la realidad
"resultó ser muy diferente".
En el frente, Badjoko fue torturado, vejado y
apaleado por su propio bando.
Vio morir a sus amigos, pero también fue
verdugo de sus adversarios y mató a gente de sus propias filas para
evitar que cayeran en manos enemigas.
"Primero se mata para no morir,
luego casi por placer" asegura este "kadogo", término
suajili que significa niño soldado.
"En el frente te lo hacen pasar muy
mal; matan y torturan a tus amigos y en esa situación de violencia
extrema, te vuelves como un animal", añade.
"Lo que no puedo hacer,
afirma Badjoko, es pararme demasiado a pensar en el pasado, porque
fue muy duro. Lo que yo recuerdo, más allá de la violencia, es que logramos
echar al dictador Mobutu, que llevaba más de 30 años en el poder".
Hastiado de participar en una guerra de
extrema crueldad, Badjoko decidió poner fin a su periplo militar subiéndose
a un avión que lo evacuaría a una zona segura.
El aeroplano, sin embargo, estaba
reservado a heridos de guerra, así que el joven se manchó el uniforme
con sangre de un mutilado y, una vez el avión aterrizó, se quitó la
vestimenta para ser confundido como uno de los niños que venden golosinas en el
aeropuerto.
No obstante, Badjoko aún participó,
nuevamente de manera voluntaria, en otra guerra, esta vez contra
los milicianos que querían derribar al dictador Kabila, que fue asesinado el 16
de enero de 2001 en Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo.
Con 17 años decidió que quería volver
a ser civil y olvidarlo todo
A finales de 2001, tras seis años de
conflicto en un país marcado por las luchas internas entre las diferentes
etnias, Lucien, que entonces tenía 17 años, decidió definitivamente
abandonar las armas y se apuntó a una Oficina Nacional de
Desmovilización y de Reinserción para los niños soldado (Bunader).
Con 21 años, este antiguo "kadogo" estudia segundo de Derecho en
la Universidad de Kinshasa.
Ahora se siente bien y tiene proyectos de convertirse "en alguien importante" para su
país.
Badjoko se considera un "resistente", aunque
lamentablemente su caso no es el habitual entre los niños que como él luchan en guerras
tercermundistas, muchos de los cuales, tras pasar por una
oficina de movilización, regresan a la vida militar.
La única solución es la paz
Para la mayoría de estos niños "la mili es la única familia que les queda".
"La única solución es la paz,
pero también quiero decirles que crean en el futuro. Con la ayuda de Dios, se
pueden hacer muchas cosas grandes", asegura Lucien Badjoko.
En la República Democrática del Congo, la guerra ha ocasionado más de cuatro millones de muertos,
entre ellos centenares de miles de niños y mujeres.
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