lunes, 5 de noviembre de 2012


CONTRA LA VIOLENCIA ,
LA MANIPULACION Y EL MALTRATO 



LOS NIÑOS SOLDADO

Niños soldados


Miles de niños continúan siendo secuestrados para servir de soldados, espías, mensajeros, criados y esclavos sexuales a fuerzas y grupos armados. La pobreza, la propaganda y la ideología también siguen conduciendo la participación de los niños en muchas zonas de conflicto. Los niños son soldados obedientes y baratos capaces de infundir terror tanto en los civiles como en las fuerzas rivales. Aquellos que son obligados a luchar son generalmente pobres, analfabetos, y provienen de zonas rurales. Los voluntarios suelen estar motivados por un deseo de huir de la pobreza o son atraídos fácilmente por llamamientos a ideologías étnicas, religiosas o políticas. Los adolescentes en plena formación de su identidad son particularmente vulnerables al reclamo del combate. Los que sobreviven acaban muchas veces heridos físicamente y marcados psicológicamente, habiendo perdido años de escolarización y socialización. Cuando termina un conflicto, algunos son rechazados, mientras que otros pueden retomar su vida de estudiantes, hermanos, padres, miembros de la comunidad y trabajadores.

Debe dirigirse una prevención eficaz hacia las causas fundamentales del reclutamiento y la participación infantiles en los conflictos, hacia grupos de niños especialmente vulnerables en peligro de reclutamiento, y hacia los propios reclutadores. Las Naciones Unidas, las comunidades internacionales y locales, e innumerables organizaciones no gubernamentales están trabajando en todo el mundo para reducir la pobreza, mejorar las oportunidades educativas y profesionales, y crear vías de participación de los jóvenes en el desarrollo de sus comunidades y países. En lugares inestables, tales esfuerzos son esenciales para la paz y la seguridad futuras.



Confesiones de un niño soldado: "primero se


 mata para no morir, luego casi por placer"


Lucien Badjoko tenía sólo 12 años cuando se alistó a las milicias de Laurent-Désiré Kabila para derrotar al dictador congoleño Joseph Mobutu.
El conflicto derivó en una espiral de violencia que le arrebató su infancia, su familia y "muchas ilusiones", explicó Badjoko que ahora relata sus experiencias en el libro "Yo fui un niño soldado".

·         Efe. 15.03.2006 - 13.55h
Nadie forzó a Badjoko, que ahora tiene 21 años, a ser militar.
Hijo de una familia acomodada, abandonó un día el colegio para enrolarse en las milicias de Kabila y participar en una guerra que veía como "un juego interesante", como las películas de ficción, aunque la realidad "resultó ser muy diferente".
En el frente, Badjoko fue torturado, vejado y apaleado por su propio bando.
Vio morir a sus amigos, pero también fue verdugo de sus adversarios y mató a gente de sus propias filas para evitar que cayeran en manos enemigas.
"Primero se mata para no morir, luego casi por placer" asegura este "kadogo", término suajili que significa niño soldado.
"En el frente te lo hacen pasar muy mal; matan y torturan a tus amigos y en esa situación de violencia extrema, te vuelves como un animal", añade.

"Lo que no puedo hacer, afirma Badjoko, es pararme demasiado a pensar en el pasado, porque fue muy duro. Lo que yo recuerdo, más allá de la violencia, es que logramos echar al dictador Mobutu, que llevaba más de 30 años en el poder".
Hastiado de participar en una guerra de extrema crueldad, Badjoko decidió poner fin a su periplo militar subiéndose a un avión que lo evacuaría a una zona segura.
El aeroplano, sin embargo, estaba reservado a heridos de guerra, así que el joven se manchó el uniforme con sangre de un mutilado y, una vez el avión aterrizó, se quitó la vestimenta para ser confundido como uno de los niños que venden golosinas en el aeropuerto.
No obstante, Badjoko aún participó, nuevamente de manera voluntaria, en otra guerra, esta vez contra los milicianos que querían derribar al dictador Kabila, que fue asesinado el 16 de enero de 2001 en Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo.
Con 17 años decidió  que quería volver a ser civil y olvidarlo todo
A finales de 2001, tras seis años de conflicto en un país marcado por las luchas internas entre las diferentes etnias, Lucien, que entonces tenía 17 años, decidió definitivamente abandonar las armas y se apuntó a una Oficina Nacional de Desmovilización y de Reinserción para los niños soldado (Bunader).


Con 21 años, este antiguo "kadogo" estudia segundo de Derecho en la Universidad de Kinshasa.
Ahora se siente bien y tiene proyectos de convertirse "en alguien importante" para su país.
Badjoko se considera un "resistente", aunque lamentablemente su caso no es el habitual entre los niños que como él luchan en guerras tercermundistas, muchos de los cuales, tras pasar por una oficina de movilización, regresan a la vida militar.
La única solución es la paz
Para la mayoría de estos niños "la mili es la única familia que les queda".
"La única solución es la paz, pero también quiero decirles que crean en el futuro. Con la ayuda de Dios, se pueden hacer muchas cosas grandes", asegura Lucien Badjoko.
En la República Democrática del Congo, la guerra ha ocasionado más de cuatro millones de muertos, entre ellos centenares de miles de niños y mujeres.
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